Hablemos de la enseñanza teológica

Enseñar es más que un arte, es disciplina, dedicación, actualización. Cuando pensamos en la educación cristiana, debemos agregar que ella involucra mucha oración y sensibilidad bíblica, donde debemos permitir que el propio texto se explique y aplique por sí mismo. Lo que equivale a decir que el educador cristiano debe permitir que el propio Dios sea el que intervenga al sonido de su propia voz eterna para su pueblo amado, su novia, la Iglesia de Cristo.

Dentro de la educación cristiana, entendemos que la responsabilidad de la enseñanza de teología es totalmente pastoral, no puede ser transferida o negociada a no ser que personas previamente enseñadas por él la transmitan (2 Timoteo 2.2).

Pero, ¿cómo hacer eso? Pensando en ello, creo que la respuesta parte de la manera como enseñamos, en la prédica y el énfasis intencional de la teología en nuestra vida y mensaje.

Jesús fue Maestro para los discípulos, sus enseñanzas van más allá de sus milagros, y en todo tiempo reservaba tiempo para instruir, corregir y entrenar a sus apóstoles en las Escrituras. El Sermón del Monte, las Parábolas del Reino y otros momentos de instrucción tienen sus fundamentos en el Antiguo Testamento y con una carga teológica significativa. Quien piensa que Jesús solo habló de amor ciertamente no leyó los Evangelios.

En ese proceso de instrucción es que podemos ver nuestro modelo. Comenzando con una teología básica, muy práctica y fuertemente bíblica, que permita al cristiano ver la Biblia como la única y suficiente palabra de Dios, la regla de fe y práctica, debe crear una sed por una vida devocional profunda, por causa de conocer más al Creador.

Eso se puede realizar cada domingo durante los sermones. Y si ellos son expositivos, mejor aún, porque dejamos que el texto bíblico se interprete a si mismo dentro de su contexto y de la narrativa divina de la historia de la redención.

Junto a ello, se pueden estudiar aspectos teológicos básicos, donde el creyente pueda conocer temas de la teología que tengan importancia como fundamento de fe y vida. En este punto no podemos pensar en aplicaciones prácticas para todo, porque algunas doctrinas no tienen como aplicarse 100% a nosotros, a no ser dentro del contexto mayor de la Biblia (por ejemplo, la dos naturalezas de Jesús), pero son necesarias para construir y desarrollar la fe. La Escuela Dominical o un culto de estudio bíblico pueden ayudar en este aspecto.

En las situaciones mostradas, vemos que la Iglesia Local es la plataforma ideal para esta enseñanza, y que nuestros cultos pueden servirnos para ello. Una instrucción con un fuerte contenido teológico sirve para crecer en la piedad y el conocimiento de Dios, evita caer en falsas doctrinas y nos ayuda a aclarar cualquier duda que nuestros miembros puedan tener.

¿Eso es suficiente? No. Pero es el primer paso. 

Por ello, el pastor debe ser teólogo, con una línea de pensamiento clara, que instruya a la Iglesia dentro de las Escrituras para enseñar todo el consejo de Dios; evitando mensajes rasos, antropocéntricos y desviados del contexto mayor de la narrativa bíblica. Instruir a los maestros en la doctrina, para que enseñen de acuerdo con la Verdad, llenos de piedad y amor.

Aún debemos establecer relaciones profundas dentro de la congregación, donde todos puedan instruirse y animarse, grupos de estudio donde las personas se expresen y se motiven. La iglesia es una comunidad dinámica, donde todos vivan la comunión y el crecimiento constante en la gracia del Señor. Reuniones de pequeños grupos son elementales, porque aproximan al cristiano a su comunidad en el contexto donde se desarrolla y vive, además de fomentar la unión del Cuerpo de Cristo a través de la vida en amistad, regada de oración, ánimo y apoyo constante. 

Los resultados de una enseñanza teológica, bíblica y saludable se refleja en el compromiso de la Iglesia por Dios, el Evangelio y la misión. Una Iglesia que abraza el Evangelio, que conoce al Dios Trino, lo adora con intensidad y devoción, sirve con alegría e intencionalidad y vive con la esperanza puesta en el retorno inminente de Jesús, el establecimiento definitivo del Reino de Dios al final de los tiempos.

Algunos hermanos en la fe, a veces con buenas intenciones, desprecian la teología, pero no podemos olvidarnos de las palabras de Pablo a Timoteo cuando le dijo:

Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio. Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren. 1 Timoteo 4:13-16 RVR1960

Que Dios levante hombres piadosos, que prediquen el Evangelio y que deseen exaltar a Cristo en sus mensajes para Gloria del Señor, edificación de la Iglesia y salvación del perdido.

Que el Señor te bendiga

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