¿Y no es que hoy eran 105 Abuela Rosa?


La Tierra gira en torno del Sol, su movimiento de traslación se dá en un año (redondeando para evitar discusiones innecesarias por favor), y siempre andarán en esa danza por causa de la Ley de Gravitación Universal y otras mas de la Astrofísica (que también no entraremos en detalles).

Pues así es mi abuela Rosa Emilia Delgado para la familia Arias: ella era el Sol, porque todos tenían que ver con ella: los planetas (los hijos) y los satélites (nietos, bisnietos y tataranietos) andaban girando alrededor de una persona que irradiaba luz y alegria, que siempre encontraba una razón de vivir, y de querer ver a todos felices y exitosos.

Pero no siempre la ví así - y me permitan un poco contar mi camino con mi abuela más cercana, porque mi abuelo Felix lo veiamos con cierta frecuencia porque vivía en Ocumare, y mis abuelos maternos los visitábamos cuando íbamos a Barinas, ¡Junto con mi abuela Rosa!

Desde que tengo uso de razón, los sábados se caracterizaban por desayunar diferente (lo que era cheverísimo), ir al Mercado Municipal (lo que no me gustaba en absoluto) y hacer las visitas familiares, que comenzaban a las 11 am cuando buscábamos a la abuela.

Ella vivía en los Bloques de El Trebol, un barrio de edificaciones populares, donde parece que el tiempo se hubiera detenido porque todos los moradores tenían más o menos la edad de mi abuela (o eso pensé yo siempre, nunca hice una análisis seria para corroborarlo). Subíamos corriendo los tres pisos que daban para el apartamento de mi abuela, y ella siempre nos abria la puerta, nos pedia la bendición (como debe ser), nos daba un beso y nos permitia entrar en la casa SIN TOCAR NADA.

Pero es que su casa era un museo, un reloj de péndulo de madera marrón oscuro, bello y muy conservado, dando sus tonalidades cada 15 minutos. El sofá que tenia en la sala daba para un mueble de madera con puertas corredizas, que en un día de aventuras descubrimos que era una radio de esas antiguas (¡Y aún funcionaba!). En la nevera había una botella de vidrio pesada, que siempre estaba acostada y llena de agua, aunque para mí debía ser usada para colocar aquellos barcos piratas y decorar la sala. Uno de los cuartos lo ocupaba ella, el otro mi primo Felix Maria (Femar) que siempre nos pedía la bendición, y el otro era para las visitas. Habían otros detalles como la mesa, las sillas, las vajillas, el baño, la TV y otras cosas, pero lo que marcó mi memoria fueron esos detalles que hasta hoy recuerdo el sabor del agua hervida que mi abuela nos daba, del chantilli sabroso que hacia, el majarete y otros dulces "pero sin comer mucho" nos decía "no vaya a ser que se llenen de lombrices".

Al bajar al carro me tocaba el asiento del medio, lo que era un poco incómodo, pero así nos íbamos a casa de mis tios a pasar la tarde, o a veces regresábamos a la casa y nos quedábamos allí, siempre con mi abuela hablando con mis padres o con mis tios. Ella hablaba poco con nosotros e imagino que era porque éramos demasiado eléctricos, no nos podíamos quedar tranquilos, y ahi no hay abuela que aguante.

Pero un día ella decidió operarse de la catarata, y la historia cambió. Pasó los 45 días en casa, y fui un refugiado en el cuarto de mi hermano porque ella se mudó al mio. Y lo que parecia ser una jornada sin saber qué hacer, se convirtió en la clase de historia familiar más grande que pude tener en mi vida.

Por ser de los menores no conocia mucho la historia de la familia, de mis tios, de mi papá, de mis primos, pues mi abuela encontró oidos dispuestos a escuchar todo lo que queria decir (me encanta la historia, asi que se pueden imaginar la felicidad). Corroborar fechas históricas, conocer de alguien que era historia viva desde el gomecismo (mi tio José Maria nació en 1935), vio el surgimiento de las Dos Guerras Mundiales, la Bomba Atómica, el avión, la masificación del carro, las autopistas, los Golpes de Estado, la Dictadura Perezjimenista (y como le gustaba ir a Ocumare), el Puntofijismo y asi en otros detalles: uno de mis tios agarrando un velocipedo y saliendo disparado en el centro de Caracas, mi papá con miedo de presentarse en pantalones por primera vez delante de la familia, mi tio Chichi manejando un camión la ruta Ocumare-Maracay-Ocumare con 16 años (por allá entre 1940-1950), mi primo Rafael y el incidente de "tatu" y cosas así. Nos aproximamos más y entramos en el mundo de nuestros primos, la complicidad de conocer la historia.

Después que ella volvió a su casa, buscarla los sábados era más divertido e importaba menos si iba en el medio o no. La abuela no era más un ser desconocido, era alguién a quien conocíamos bien.

No voy a cansarlos con anécdotas, les voy a mostrar algunas fotos que demuestran que mi abuela siempre estuvo presente:

Barinas, para el bautizo de mi prima Carolina. Vean cómo la abuela no pierde el aire de "aqui quien manda soy yo", su mano en mi hombro era para darme el tatequieto necesario si fastidiaba a mi prima.

Esta es en San Jacinto, el Cata, junto con mi tia-abuela Olga (su hermana) y mamá. El chiste debe ser bueno porque Felix y yo cerramos los ojos y la abuela hace la mueca que va a reir. Mamá es la expresión de la elegancia, así que se mantiene quieta (pero vean cómo le tomo la mano, me hace falta mi mamá).

Cuando fuimos creciendo, y nuestras esposas aparecieron, mi abuela se encantó con Lizet (vean la foto superior derecha donde estamos a carcajadas, y esta vez soy YO el que le agarra el hombro). Si sus hijos eran un gran motivo de orgullo para ella, sus nietos fueron una alegria enorme, sin embargo, vean la foto inferior y oberven a quién ella y mi papá miraban: Fernando. Ella se deshacia con los bisnietos, todos eran para ella un motivo especial de alegria infinita y estaban autorizados a no decirle bisabuela sino MAMAITA (que atrevimiento).

Y llevaba bien la cuenta, y sabia cuál era mi número de secuencia de nietos y la de mis hijos como bisnietos (a mi se me olvidó, pero a ella no se el olvidaba), lúcida como pocos. Fue a Panamá cuando estuvimos allá y pasó un buen tiempo, también viajaba mucho a Aruba, y había hecho un crucero que la llevó por la Cuba pre-Fidel, Miami, el Caribe. La pasión por viajar la pegamos nosotros los nietos y bisnietos que rompimos la Fuerza Gravitacional y nos convertimos em cometas (y el cometa siempre pasa por el Sol). Somos cometas que tienen su órbita entre América y Europa, pero nuestra identidad familiar nos permite reconocer el camino de vuelta a casa.

Y esta aqui es mi última foto con mi abuela, fue hace 7 años cuando ella cumplió 98 años. Conoció a su "pequeño bisnieto brasileño", nos volvimos a abrazar, a jugar a contar historias. Y menos de un año después volví aqui a Brasil a seguir nuestra vida bajo el cuidado del Señor Dios.

Hoy mi abuela cumpliria 105 años, 105 años guiando y dirigiendo a la familia, 105 años siendo el Sol de sus hijos, y la Fuerza de Atracción de los nietos y bisnietos sin importar donde estén.

Pero ayer, esa luz se apagó porque a todo astro le llega el día de la Nova. Recibí un mensaje en la tarde donde mi hermano me dio la noticia. Como estaba cerca de papá pude hablar con él y me dijo que todo fue rápido. Imagino que ella lo queria así, Dios fue bueno y le concedió una partida rápida.

Sentiré falta de su presencia, que aunque lejana era presente, de sus anécdotas e historias, de sus alegrias y tristezas. Oficialmente no tengo más abuelos, y sabemos que la vida es así, injusta, sin preguntar las causas y las razones. Hubiera querido haber estado allí, abrazar mis padres, mi hemano y cuñada, mis primos, y sus hijos; participar del dolor colectivo porque eso nos ayuda a sobrellevar el momento. Ya tuve que pasar el luto de mis abuelos Santiago y Amelia desde aqui, y sé que no es fácil porque sin despedida siempre es peor.

En los tiempos bíblicos, se hacian funerales de honra dependiendo de la importancia de la persona, encendiendo un gran fuego en honor de la persona, allí era quemado y sus huesos enterrados en un lugar especial. El luto podia durar entre una semana o cuarenta días, con derecho a llorar y lamentarse sin pudor, con mucha endecha y tristeza, vestido de ropas oscuras y gruesas y con polvo sobre sus cabezas, todo eso en señal de dolor. Nuestra sociedad desea que no transmitamos nuestros sentimientos a los otros, pero ¿cómo hacemos cuando el ser querido se va? Seria una gran hipocresia.

Por aqui deseo honrar a mi abuela, vivió como dice la Biblia "vieja y llena de días" lo que era señal de una vida plena. Nos toca a nosotros vivir su pérdida y mirar a las nuevas generaciones, inculcando los valores que hasta hoy nos han permitido ser una familia unida. Porque amo mi familia que se han unido en este momento de dolor.

Que Dios bendiga mi familia, y nos consuele en este momento tan difícil.

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