Mi perspectiva del ministerio pastoral


En la web de la editorial ultimato tenemos el siguiente párrafo de un artículo sobre Pastores y depresión (el artículo está aquí, pero sólo en portugués)
De acuerdo con el Instituto Schaeffer, “70% de los pastores luchan constantemente contra la depresión, 71% dicen que están agotados, 80% creen que el ministerio pastoral afecta negativamente sus familias y 70% dicen que no tienen un amigo íntimo"
Aquí en Brasil parece que no hay paz sobre este asunto, he leído sobre colegas que se han suicidade en varios estados del país, otros con depresión y siendo tratados con medicamentos, algunos están de reposo para que puedan verse con un terapeuta, y muchos otros casos. Eso no pasa solamente con aquellos siervos que tienen años sirviendo en las Iglesias, porque conozco personalmente algunos casos de jóvenes con llamado que se han apartado del ministerio pastoral por orden médica, y dentro de ese grupo, existen los que no ejercerán más el ministerio.

¿Eso pasa por falta de fe? ¿Debilidad? ¿Los seminarios tienen culpa porque no preparan bien al vocacionado? ¿Falta de mentoreo? ¿Mala elección del ministerio?

Creo que pueden ser una, varias, todas o ninguna de las causas enumeradas, todo depende de la realidad de cada persona. Pero negar la realidad es querer tapar el sol con un dedo.

Fui profesor de Teologia en el Seminario Bautista del Norte de Minas Gerais por cuatro años, y en todo ese tiempo hablamos sobre las dificultades del ministerio, muchos profesores no ocultaban nada a los alumnos sobre los conflictos, pesares y dureza de la vida como Pastores. Incluso, muchos alumnos eran líderes de congregaciones y ya habían sentido parte de esos dolores. La realidad, por otro lado, es que nunca estaremos 100% preparados hasta entrar en el campo de batalla y llevar las primeras heridas en el frente.

No soy Psicólogo, sin embargo el poco tiempo que tengo en el Ministerio a tiempo completo me ha permitido tener mis dudas sobre mi llamado, mi vida, las prioridades de las personas y las falsas expectativas creadas por la Iglesia y por mi mismo con relación a lo que Dios tiene para Su pueblo. Haciendo eso he llegado a las siguientes conclusiones, que están basadas en mi experiencia y en el estudio de la Palabra de Dios.

  1. Mi vida devocional no es solo por la Iglesia. Mi relación con Dios está basada en una relación de amor y comunión que tiene como fundamento la cruz. Fue Cristo que dio su vida por la Iglesia y no yo (porque también soy parte del Cuerpo de Cristo). Por lo tanto, no soy el mediador entre Dios y los hombres porque eso sería robar la Gloria de Dios y querer ser como Él.
  2. Mi llamado es para servir y no para ser esclavizado. Puedo decir "sí", "no" o delegar algo que me pidan.
  3. Antes del ministerio está mi familia. Se ella se siente menospreciada dentro de mis prioridades, pues me detengo y paso tiempo con ellos. Ellos necesitan de un esposo y padres antes que tener un Pastor.
  4. Mi relacionamiento con la Iglesia no define quien soy. Mi identidad no está en el tamaño de la Iglesia o el número de miembros que ella contenga, y tampoco me defino porque mis propuestas son aceptadas o no por ellos en las Asambleas. Mi identidad está en el Señor, y a Él le debo mi vida.
  5. Amo mi Iglesia y lucho para que ella sea como Jesús, asi como también quiero serlo, pero nunca me voy a autotitular LA referencia, en realidad deseo que todos sean LA referencia que el mundo debe ver. Pensando así soy libre del Mesianismo.
  6. Mi compromiso ministerial involucra la predicación, la enseñanza, formar y apoyar a las ovejas, sin embargo, entiendo que también soy parte del rebaño, no soy mayor ni inferior a los otros. Así deseo que lo que hago, otros lo puedan hacer.
  7. Los comentarios negativos son dificiles de digerir, pero tengo que extraer de ellos lo que necesito para mejorar. La ayuda de mi esposa es maravillosa en esa hora, porque es alguien que me oye, aconseja y no se pasa diciendo solo lo que quiero oir.
  8. Procuro tener amigos, dentro y fuera de la Iglesia Local, y dentro y fuera de mi círculo de colegas.
  9. Intento tener un pasatiempo, algo que me desconecte de la vida ministerial. Juego con mis hijos, hago algo en casa, cocino, leo sobre otros asuntos.
  10. Mi día de descanso es sagrado.
Se usted no está de acuerdo con lo que coloco aqui, no hay problema. Pero por mi parte ya sufri desprecio e indiferencia de otros, herido y exigido por los miembros, y así poco a poco fui encontrando en la Biblia la esencia de mi llamado. Entiendo que un Pastor no debe hacerlo todo, que las personas alrededor también deben desarrollar sus dones, y que debemos tener miedo si otro se lleva el crédito por el buen trabajo que hizo. Animar, exhortar es algo que va más allá de visitar a alguien, incluye ver que los hermanos y hermanas logren sus propósitos en Cristo, sirviendo con alegria y simplicidad de corazón.

Ahora, antes de exigir de su pastor algo, piense si estás viviendo aquello que deseas de él. ¡No coloques sobre sus hombros algo que no has podido sobrellevar! Las exigencias dadas al Pastor muchas veces son el resultado de nuestros fracasos e debilidades, pensando que él va a resolver lo que yo no pude. Pero eso no es trabajo del Pastor, y sí del propio Señor, quien lleva nuestras cargas y nos da su yugo que es suave.

Por otro lado, sabemos que el púlpito no es lugar para desahogos. Colega, no se desahogue en el lugar donde la Palabra es predicada, y evite hacerlo en las Redes Sociales. Necesitamos amigos con quien hablar y tiempos de descanso. Vamos profundizar nuestra relación con Dios. Y si necesita de un Psicólogo no dude en buscarlo. Una mano amiga siempre será bienvenida.

Ya para terminar, recordemos que una Iglesia que compreende su papel dentro de la Gran Comisión - y además lo vive - es una Congregación saludable, que tendrá en su Pastor un hombre fiel y activo, que motivará a todos a participar con alegria.

Que Dios te bendiga

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