No dejes de creer... ni de pensar (II)


En nuestro primer post (para leer la primera parte, haz click aqui) escribí sobre la importancia de tener una fe basada en la razón (cristianismo no es una fe mística o que se fundamente en fábulas), como muestra de ello coloqué algunos análisis históricos de testimonios que corroboran la historicidad de los Evangelios, y al mismo tiempo la enorme cantidad de manuscritos y copias presentes del Nuevo Testamento en contraste con los escritos antiguos.

Hoy quiero escribir sobre la composición de los Libros del Nuevo Testamento, el llamado Canon del Nuevo Testamento. Algunos piensan que fue una idea del Emperador Constantino, que obligó a la Iglesia a aceptar los 27 Libros que componen el texto Sagrado. Sin embargo, una vez más, eso nace de una idea preconcebida para desacreditar el proceso de preservación y escogencia de los Libros.

Leon Morris explica, de una manera breve, la historia del Canon.
Lo que parece haber sucedido fue más o menos así: algunos fieles están perplejos. Están descubriendo que en algunas iglesias, libros como 2 y 3 Juan son leidos como Sagradas Escrituras, al contrario de lo que sucede en otras iglesias. Algunos están leyendo libros como 1 Clemente. ¿Cuál es el rumbo cierto? ¿Qué se debe hacer? La pregunta es hecha a una autoridad, un Obispo, un Teólogo o un Concilio. Cuando una decisión es anunciada, ella dice más o menos lo siguiente: 'Estos son los libros reconocidos por la Iglesia'. Cuando Atanasio, por ejemplo, presentó su conocida lista de Libros del Nuevo Testamento (la primera lista con los 27 libros, ni más ni menos), él describió los libros auténticos como los que habían sido "entregados a los padres", e los alistó como "transmitidos y aceptados como procedentes de Dios". Él no decretó que ahí en adelante serían declarados canónicos; él dijo que habían sido siempre recbidos como tales, y la fórmula siempre fue parecida con ello. Ningún cristiano o grupo de cristianos parece, alguna vez, haber asumido la posición de autoridad para agregar algún libro a la lista o sacar alguno de ella. Se aceptamos la idea que Dios guia a su iglesia, tenemos que ver en esto un indicio que estes son los libros que El quiere que su pueblo tenga. Es un hecho sorprendente que en una época en que no habia una estructura para imponer una decisión a la Iglesia en el mundo, exactamente los mismos 27 libros fueron aceptados casi universalmente (Leon Morris, Teologia do Novo Testamento).
Norman Geisler (citado por Josh McDowell) escribe que una de las características que determinaron la canocidad de un Libro del Nuevo Testamento es la autoridad o aprobación apostólica, que no era igual a autoria (recordando que ni Marcos ni Lucas eran apóstoles, y Pablo era un apóstol que no andó con Jesús mientras éste estaba en la tierra).

Una causa histórica de la necesidad de un Canon fue el edicto de Diocleciano (303 dC) que determinó la destrucción de los libros sagrados del cristianismo. La preservación de las enseñanzas apostólicas era necesaria.

Antes de Atanasio (367), Ireneu (discípulo de Policarpo, que fue discípulo del apóstol Juan) reconoce canónicamente los Cuatro Evangelios, Hechos, Romanos, Coríntios, Gálatas, Efésios, Filipenses, Colosenses, Tesalonicenses, Timoteo, Tito, 1 Pedro, 1 Juan y Apocalipsis.

El Concílio de Hipona (393) de acuerdo con F.F. Bruce "elaboró una lista de los veintisiete libros del Nuevo Testamento, no confiriéndoles ninguna autoridad que ya no poseyeran, sino que simplemente se registró la canonicidad previamente establecida".

Por último, el criterio usado para establecer la canonicidad de un libro fue registrada por Geisler y Nix:
  • ¿Revela autoridad? ¿Vino de parte de Dios? ¿El libro viene con un auténtico "asi dice el Señor?
  • ¿Es profético? ¿Fue escrito por un hombre de Dios?
  • ¿Es auténtico?
  • ¿Es dinámico? ¿Vino acompañado del poder divino de transformar vidas?
  • ¿Fue aceptado, guardado, leido y usado? ¿Fue recibido por el pueblo de Dios?
Como un caso dentro del propio Nuevo Testamento, Pedro reconoce las cartas de Pablo como Sagradas, igualándolas a las del Antiguo Testamento (2 Pedro 3.16).

Por ello, podemos confiar en los escritos del Nuevo Testamento.

¡Semana que viene hay más!


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