Venezuela mia


Los venezolanos nos hemos caracterizado por sabernos adaptar a las circunstancias que nos ha tocado vivir, o como dice el dicho "bailamos la música que nos pongan". Sin embargo, los últimos meses han sido una prueba de resistencia, resiliencia, perseverancia y mucho, mucho dolor.

Las protestas de este año (que ya superan los 80 muertos, y pasa por un silencio mediático internacional impactante) ha superado lo sucedido en 2002 y 2014, y es una auténtica prueba de fuego para todos los que somos parte de esta bella nación. La mayoría de sus víctimas son jóvenes que han tenido como única referencia política de vida el chavismo, y justamente son los llamados "hijos de Chávez" los que se están enfrentando al regimen que intenta mantener el legado del outrora Presidente.

Las protestas, para quien las vé desde afuera - como yo y un número cada vez mayor de compatriotas - generan un sentimiento de solidaridad y dolor. No estamos allí, no tenemos como hablar con las víctimas de las atrocidades cometidas por los Organismos de Represión, en algunos lugares no hay como levantar la voz para que el mundo nos oiga. Y la verdad es que sentimos el dolor de la pérdida de nuestros hermanos: cada muerto es como si fuera un pariente de nosotros, cada herido es una herida abierta en nuestra piel, cargamos los insultos sufridos por nuestros representantes, y comemos pensando en aquellos que no han tenido qué comer, al punto que nuestras oraciones están más enfocados en ellos que en nosotros.

Y es que ha resurgido el sentimiento de hermandad que estaba dormido en cada uno de nosotros, ese sentir de pertenencia, de patria, de amor por la bandera y los colores que nos han representado a lo largo de nuestra existencia. Después de sentir como la bota represora nos ahogó por casi 20 años, el venezolano ha entendido que si no hace algo unido con el hermano que tiene a su lado, seremos oprimidos hasta el fin. No es que nunca lo pensó o compartió entre sus semejantes, pero el llevarlo a la acción ha sido la clave.

Lo triste de todo es que los que protestan le perdieron el miedo a la muerte, lo que los hace vulnerables a las armas de la represión, y al mismo tiempo evocan nuestros antepasados que lucharon contra la opresión española liderados por Simón Bolívar y nuestros Próceres. Esa historia que nos ha hecho sentirnos orgullosos vuelve a aparecer de la mano de varios líderes, entre ellos los anónimos que nunca aparecerán en las estadísticas ni en las historias. El venezolano de a pie está reinvindicando su lugar en la historia.

Debe comenzar, por otro lado, un movimiento de reconciliación nacional. Eso debe comenzar desde ahora porque el momento lo impone: el que piensa diferente no es adversario, también es un hermano que requiere de comprensión, apoyo y ser convencido que el modelo de país que nos ha sido propuesto ha sido, sin lugar a dudas, el peor de nuestra existencia desde la llegada de los primeros indígenas a nuestras tierras. Convencer a todos que las armas traerán más muertes, miseria y odio, y que los seguidores del Gobierno dejen de ver a los opositores como enemigos. Ya basta de la separación "ellos contra nosotros", todos somos hermanos, hijos de esta tierra.

Si cada uno de nosotros inicia un proceso de reconciliación con el vecino que piensa diferente, ayudaremos a cambiar la mentalidad de todos. Nos necesitamos para reconstruir este país, y eso incluye los que vivimos afuera: no somos cobardes, no somos apátridas, no dejamos de ser menos venezolanos porque tuvimos que abrazar otra nacionalidad como nuestra para sobrevivir. Nosotros vivimos, pensamos, respiramos y soñamos con Venezuela, y al mismo tiempo estamos contemplando otra realidad que es el país donde vivimos, con sus desafios y luchas. Comprensión para todos debe ser algo que debemos cultivar hoy.

Un reflejo de la Venezuela posible es nuestra Vinotinto Sub-20. Tengo la plena seguridad que todos los venezolanos nos sentimos orgullosos de esos muchachos. Y como sus edades testifican, son contemporaneos de los jóvenes que protestan en las calles y que han dado su vida por nuestro país. No soy muy romántico vinculando los deportistas con héroes por varias razones, pero este grupo se ha unido en un momento difícil, muchos de ellos son atletas que viven en otros países y otros aún juegan en el Campeonato de Venezuela, pero se han unido por un objetivo común: dar lo mejor que tienen para dar alegria.

Verlos pasar para los Octavos era lo esperado por causa del torneo pasado. Pero vencer a Alemania en el juego inaugural fue un delirio, después la goleada a Vanuatu y la victoria sobre México nos hizo pensar en que los Octavos era nada, y hoy se están preparando para jugar la FINAL.

Cuándo un equipo venezolano de fútbol jugó una final? Ni la de Béisbol (la Profesional, claro) ha llegado tan lejos.

Esta nueva generación se ha levantado en circunstancias dificiles, Adalberto Peñaranda fue herido de bala en el 2015 mientras era jugador de La Guaira, otros han sufrido con perdidas de amigos a manos del hampa o las protestas. Siendo jóvenes nos enseñan que hay una Venezuela posible, dispuesta a levantarse de las cenizas para ser mejor de lo que fue. Un país honesto, de personas que desean lo mejor para todos, con un pensamiento más colectivo y menos del "cuánto hay pá'eso", un país con menos viveza criolla y más trabajo honesto.

Y aquí el mensaje del Entrenador Dudamel después de la victoria sobre Uruguay en el Mundial Sub 20 que les dio a los chicos el derecho de disputar la Final.



Por último, y por encima de todo, el venezolano debe volver a Dios, no hay reconciliación posible si no encontramos en Cristo la capacidad de perdonar. Alemania todavia vive una división dentro de su país a pesar que el muro fue derribado, no podemos permitir que eso nos suceda. Las heridas deben ser sanadas, y eso no implica falta de justicia, mas garantiza la imparcialidad y la busqueda de un sistema de equidad que garantizará que todos, sin importar su diferencia política, puedan coexistir en paz.

Eso es lo que deseo para mi Venezuela.

Y qué deseas tú para ella?


Comentarios