La vida en el extranjero no es fácil... pero vale la pena


La novedad de los primeros días al morar lejos de tu tierra es indescriptible, es un sueño, la consumación de la planificación, y el comienzo de una nueva vida en otra cultura. Nos abrimos para lo nuevo, y pensamos que estaremos listos para enfrentar los desafios de la vida.

Craso error.

Mientras más temprano entendamos que la adaptación es un proceso lento y doloroso, más preparados estaremos para vivir la soledad, el abandono, la incomprensión y el sentimiento de vacio que todo extranjero vive en sus primeros años (y digo años porque el proceso de adaptación es largo, muy largo).

Recuerdo como si fuera ayer cuando estudiaba en los colegios de mi Maracay querida con muchos chilenos, que salieron por causa de la dictadura de Pinochet. La mayoria eran retraidos, de sonrisa tímida, como si se sintieran en un lugar que no les pertenecia. Algunos - y seguro que yo estaba entre ellos - nos causaba cierta sensación de extrañeza el tener personas de otro país en el salón de clases. Hablaban igual que nosotros, pero sus maneras y comportamientos mostraban que eran ajenos a nosotros. Eso generaba cierto sentimiento de curiosidad y rechazo. Tenemos miedo a lo desconocido.

Pero, al conocerlos mejor, nos dimos cuenta que éramos iguales, nunca pregunté sobre la situación de Chile (mi papá me había comentado un poco sobre las atrocidades allá, y la importancia de la prudencia al hablar) y queríamos hacer amistad. Al final lo conseguimos, y fue una experiencia enriquecedora.

Cuando la democracia se afianzó en Chile, muchos regresaron. A algunos de ellos los sigo en las Redes Sociales, y veo que, a pesar de volver a su patria, aún aman Venezuela y se preocupan por una nación que los recibió en uno de los momentos más oscuros de su vida Republicana.

Hoy, es Chile la que recibe muchos venezolanos que huyen del regimen de Maduro.

Y yo soy ahora "el raro" dentro de un país que tiene otro idioma y otra cultura.

Después de varios años viviendo fuera del país, les puedo garantizar que me estoy acostumbrando a vivir con nostalgia, con el sentimiento de abandono porque mis familiares y amigos de la juventud no están aqui (solo mi esposa e hijos, y eso es algo que no tiene precio). Y el hecho de no poder manifestar mis inquietudes y anhelos es estresante, porque es diferente a lo que otro habitante de este país siente - lo que es normal, el "raro" aqui soy yo - y la adaptación es un proceso de cambio constante, poco a poco vamos recibiendo los valores culturales y adaptándolos a los nuestros, al punto de tener una tercera cultura: en mi caso, una vene-brasileira.

Pero vale la pena.

Y no lo digo por el aspecto financiero o económico, sino por la experiencia de vida que se alcanza.

Claro que el factor monetario y la estabilidad ayuda, pero no sirve de nada tener mucho sin calidad de vida.
  •  Ser un ciudadano que dialoga constantemente entre dos culturas te torna más equilibrado y ponderado: vez las cosas desde varios puntos de vista, y puedes captar lo que otros no ven - porque eres diferente.
  • Tu experiencia va más allá de lo que dice tu Curriculum: enriquecerás cualquier lugar donde trabajes por tu vida, y aprenderás rápido porque sabes que necesitas correr contra el tiempo para adaptarte mejor. Le das una referencia a la Organización donde trabajas, y puedes ser la carta bajo la manga en situaciones complejas.
  •  Celebrarás más que todos. Los días de ellos y los tuyos. Yo celebro los días festivos de aqui, y en casa los de Venezuela. Porque a pesar de la adaptación, nunca dejaré de ser venezolano.
  • Es una excelente oportunidad de desarrollar talentos, o de ejercer una vocación diferente. Aprovecha las oportunidades que muchas veces son negadas en nuestros países de origen.
  • Tus hijos serán bilingües naturales (si vives en un país que habla otra lengua), eso es incalculable.
  • Y un gran etcétera.
 Por eso, cuando me preguntan si ser extranjero es difícil, mi respuesta es un SÍ rotundo.

Y al mismo tiempo le digo que no cambio esta experiencia por nada.

Porque me ha ayudado a crecer. Porque soy más crítico y al mismo tiempo más tolerante. Porque vivo entre dos realidades, y me ha gustado ver a mis hijos ser maduros y llenos de experiencias no-traumáticas de vivir en el extranjero. Extraño a mis padres y familiares, pero he conocido personas que no tuviera cómo agradecer en este mundo por recibirnos.

Es duro, pero vale la pena.

Si piensas vivir en el extranjero, piensalo bien. Pero si estás decidido, bienvenido a esta vida.

Un gran abrazo.


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