El tiempo es inclemente

Hace ya muchos años, un periódico de mi ciudad natal se trasladó hasta la población de Ocumare de la Costa para entrevistar a un señor que estaba en sus setenta primaveras. En el pasado heredó una hacienda que abarcaba gran parte de los alrededores del poblado, e incluso cuando el Gobierno de la época quiso construir una carretera para unir Ocumare y Cata (no la carretera actual, sino la antigua) le pidieron permiso para construirla en sus terrenos. Dueño de plantaciones de cacao y de ganado, tenía una buena vida, y el respeto de la sociedad de aquella época.

Sin embargo, la vida que tuvo le hizo perder todo: por el derroche y los excesos pagó un precio muy alto. Al momento de la entrevista vivía en una pensíón, manteniéndose con la ayuda de sus hijos. Dormía en un chinchorro viejo, y para más tuvo un ataque de hemiplejia, lo que le dificultaba el caminar y el hablar. Mantenía el espíritu indomable de una persona que sentía que lo tuvo todo, pero que en esa ahora era solo un recuerdo que se desvanecia. En la entrevista dijo - y recuerdo bien las palabras porque era el título del artículo - que nada se puede hacer porque "el tiempo es el dueño".

En 1997 un incendio destruyó la pensión, en medio del fuego el anciano se cae de la hamaca, y sintiendo las llamas aproximandose grita pidiendo ayuda. Al llegar la ambulancia, observaron que las quemaduras estaban cubriendo gran parte de su cuerpo, ¡Y aún asi estaba consciente! Mandó llamar a sus hijos, principalmente uno de los menores, para que lo trasladaran al Hospital Militar. Le dieron tres días de plazo para observarlo, y justamente en el tercer día murió producto de las heridas causadas por el fuego.

Conocí bien a esa persona porque era mi abuelo, y el hijo que mandó a llamar es mi papá.

Siempre lo recordaré como alguien que se sentía orgulloso de sus hijos, pero no muy comunicativo con sus nietos (y por el lado materno soy uno de los menores). Cuando llegaba a casa hablaba con mi mamá, esperaba a mi papá, y dificilmente comía con nosotros. Lo que más deseaba era regresar a aquella pensión. Su sueño era morir allá, y por lo visto, así fue.

Cuando sucedió el incendio no estábamos en Venezuela, viviamos en Panamá. Así que nos enteramos de todos los acontecimentos del accidente y la muerte de mi abuelo por teléfono (nada de internet, smartphones o cosas así). Mi papá tuvo que viajar a Maracay para sentarse con mis tios y ver lo relacionado con el sepelio, los gastos y todo. A pesar de todo, mi abuelo no tuvo una relación tan cercana a mi papá por causa de circunstancias familiares de la época, y sin embargo, mi papá tiene recuerdos de la infancia que son bonitos aunque no habla mucho de ello.

Volviendo a la frase de mi abuelo durante la entrevista con aquel periódico, esa que dice que el tiempo es el dueño, ha sido una espina clavada en mi alma. ¿Hasta qué punto vemos el tiempo como el dueño de todo, cuando el tiempo no es eterno? Entendemos que el tiempo existe desde que existe la creación, y en vez de rendirnos ante la Soberania de Dios preferimos entregarnos a algo creado.

Hoy escuchamos a las personas hablar del "destino" o del "padre tiempo" como si fueran los dueños del destino humano. Creo que esa personificación del cronos obedece al pensamiento anti-Dios que tenemos. Sin embargo, la Biblia es clara cuando afirma que es el Señor Dios quien determina los tiempos y las sazones para que todo suceda de acuerdo con Sus desígnios. No podemos dejar de creer en la Providencia Divina ni en la Autoridad que Él tiene a la hora de determinar algo, y saber que efectivamente va a suceder. Es imposible no rendirnos ante Su grandiosa Sabiduria a la hora de establecer los plazos en el cumplimiento de Sus designios.

El tiempo es inclemente cuando no entendemos el camino de Dios. Podemos ser polizontes en un barco en un viaje trasatlántico, y sentirnos perdidos en medio del mar, cuando para el capitán y la tripulación están seguros porque siguen el derrotero marcado a pesar de no existir referencias visibles. La mano del Señor está sobre cada uno de Sus hijos, para guiarlos al destino Eterno que Él determinó para nosotros.

Hoy, entiendo que el tiempo no es el dueño. El Dios que creó el tiempo sí. Puedo confiar en Él.

Pero yo pondré mis ojos en el SEÑOR, esperaré en el Dios de mi salvación; mi Dios me oirá. (Miqueas 7:7)


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