La hora de los cambios

El GPS es una gran herramienta para quien no conoce cómo llegar a un destino. Él trabaja con una serie de parámetros que pudieran ir contra la lógica de aquel que sabe para dónde va. Sin embargo, para el novato, él es la brújula a ser seguida.

Recuerdo en un viaje que hice con mi familia desde nuestra ciudad en el Norte de Minas Gerais hasta el estado de Espírito Santo aqui en Brasil. Sin el GPS nunca hubiera salido de Belo Horizonte con rapidez, además de indicarme la velocidad máxima de las autopistas y las estaciones de gasolina. Cuando llegamos a la ciudad de destino perdí dos veces el cruce para llegar a la casa de nuestros amigos, y siempre el dispositivo creaba una ruta alternativa para dejarnos en nuestro destino. Excelente invento, aunque en otras ocasiones nos ha llevado por el camino más lejano y congestionado, aunque eso representa menos de la mitad de las veces que lo he usado. En general, sin quejas y mucho de que agradecer.

En nuestra vida nos encontramos con encrucijadas, y no siempre es fácil tomar una decisión que garantice el éxito porque nuestra alma no viene con un GPS incorporado. Cuando las opciones se diferencian mucho es sencillo escoger, pero cuando no tenemos seguridad, las semejantes son muchas, o si llegamos al punto de tener que votar entre "el bueno y el mejor" o "el malo y el peor", ahi la cosa se pone color de hormiga.

Sin embargo, las grandes decisiones nunca son hechas en el apuro o el calor de la oportunidad. A menos que la oportunidad sea única e irrepetible, debemos pensar bien lo que queremos, y evaluar si realmente estamos siendo objetivos a la hora de escoger.

Toda decisión involucra aquello que vamos a ganar al aceptar la propuesta, y lo que vamos a perder al renunciar a lo antiguo. Si no hacemos un balance entre esos aspectos antes de decidir, podemos perdernos en el camino. Y Jesús habló de ello.

En varias ocasiones Jesús comentó que para seguirle había que renunciar al pasado. Uno de ellos es cuando Él dice que ninguno que para ser discípulo debemos calcular bien nuestra decisión, así como un emprendedor debe calcular el precio de construcción de una torre, de esa forma sabrá si tiene el capital suficiente para levantarla, y no dejarla sin finalizar (Lucas 14.28-30).

Seguir a Cristo tiene un precio: dejar que sea Él quien guie nuestros pasos, no como un GPS que permite que sigas en control del volante, sino como Aquel que tomará control de tu vida y te llevará al destino eterno preparado para nosotros.

La decisión más importante de nuestra vida no es buscar una mejora salarial, y la promoción de nuestro trabajo, o la fama y la gloria. Nada de eso importa al momento de nuestra muerte y el paso a la eternidad. Lo importante es aquello que podemos obtener y que nunca será perdido, ni por ladrones, ni por la inflación o cualquier medio de este mundo: necesitamos la vida eterna de Cristo Jesús en nuestros corazones.

Por su amor, Él murió en la cruz para darnos lo que no mereciamos: perdón y vida eterna.

La hora del cambio es hoy, buscar a Cristo es lo imperativo hoy.

Que Dios te bendiga


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