Piense sabiamente

Analicemos por un momento nuestros deseos, ¿Qué nos lleva a luchar por lo que queremos? Nuestras intenciones son tan importantes como nuestros sueños. Aunque no estemos de acuerdo con la expresión "el fin justifica los medios", lo vivimos en nuestro día a día: intentamos por todos los medios no cumplir con nuestros deberes, y lo justificamos con cualquier excusa. O simplemente bregamos por nuestros deseos, aunque en el camino varias personas caigan.

Jesús fue un gran crítico de las intenciones del corazón. Cuando una mujer lavó sus pies con perfume, Judas sacó la calculadora y estimó la pérdida monetaria del momento, pero Jesús se lo reprochó sabiendo que ese discípulo sustraia dinero del tesoro. De la misma forma cuando perdona los pecados del paralítico censura los pensamientos de los fariseos que lo acusaron de blasfemia. ¡Y cómo no olvidarnos del Sermón del Monte, cuando dijo que todo aquel que desea a la mujer de su prójimo ya adulteró en su corazón! Y por último, fue él quien dijo que lo que contaminaba al hombre no era la comida, y sí lo que brotaba del corazón. Para Jesús, nuestras intenciones eran muy importantes.

Recientemente escuché a una persona hablar de dinero en la Iglesia, no soy contrario a que ese tema sea discutido porque la Biblia habla mucho de él. Sin embargo, quedé pasmado cuando el predicador usó textos descontextualizados para decir lo que Dios no dice con relación al tema, o tergiversó el texto para que pareciera que su mensaje era de parte del Señor. Para mí, lo que me dio más tristeza fue el saber que muchas personas estaban de acuerdo con lo que ese hombre estaba profiriendo en ese momento. ¡Qué tristeza! Esperé que alguien se levantara, y no fue así.

Permitir que alguien maldiga a un pueblo que Dios no maldice es terriblemente pecaminoso, decir lo que queremos decir sin tomar en cuenta el corazón del Señor es peligroso. El profeta Jeremias los llamó de falsos profetas, y espero que podamos decir lo mismo.

Pero no es sólo el dinero, es la manipulación que está por detrás de esas predicaciones, ¿Qué los motiva a hablar del dinero de esa forma? ¿Por qué no explican que nuestra herencia es celestial? ¿Por qué aferrarse a este mundo, y sus tesoros perecibles? ¿Qué hay por detrás de ello? No lo sé.

Y yo pregunto, estamos en la Iglesia para escuchar de Dios, Sus caminos y Obras, y escuchamos del hombre, sus deseos y glorias ¿Será que habrá un final para esta aberración? ¿Hasta cuándo estaremos callados? ¡Qué venga Tu Reino, Señor!

Que el deseo de muchos de regresar al Evangelio puro y sencillo sea una realidad, que el Espíritu Santo inflame nuestro corazón de hambre y sed por Su Palabra. Que nuestros corazones tengan motivaciones bíblicas y sinceras delante de Dios, y que no seamos censurados por las Palabras del Maestro.

Esa es mi oración, y espero que sea la suya también.

Que Dios te bendiga.

Comentarios