Israel y el Derecho Divino



Confieso que admiro a Israel, su historia, su legado, el carácter firme y emprendedor de su pueblo, las bellezas del país, eso es algo digno de ser aplaudido.

También confieso que amo al pueblo de Israel, no solo por lo descrito anteriormente, también me hago eco de las palabras del apóstol Paulo: "de ellos vienen las promesas, los patriarcas, y de su descendencia, en cuanto a la carne, viene Jesus Cristo" (Romanos 3.1-2). Dios escogió un pueblo para mostrar quien es Él, y para que el Mesias pudiese nacer en este mundo, y Salvarnos. Ellos fueron el pueblo mediante el cual Dios se reveló de muchas formas, los milagros poderosos, el éxodo de Egipto, el Mar Rojo, el Maná, la peregrinación por el desierto; el cuidado providencial de Dios en la historia, cómo fueron libres de los intentos de Amán, Antioco y otros, preservando esa nación para la llegada del Mesias.

Otra confesión, como estudiante de Teologia me confieso amilenista, lo que implica - entre otras cosas - que mi visión de Israel hoy es la de una nación que tuvo el privilegio de tener dentro de sus descendientes el Mesias, y aún asi lo despreciaron. Tornándose desobedientes a Dios hasta el día de hoy. No soy contrario al Estado de Israel, pero no lo veo como "el reloj de Dios".

Por ello, no estoy de acuerdo con la idea que Dios cuida de Israel porque es "Su Pueblo escogido", porque al día de hoy la salvación y la filiación es por la fe en Cristo, y no por nacer dentro de una nación. Si Israel tuvo un propósito Divino en la historia, entendamos que después ellos se apartaron de Dios, lo que los hace merecedores de la Justa Ira de Dios así como los demás.

A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre, que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios. (João 1:11-13)
Si los judios no lo recibieron, Juan dice que ahora el verdadero pueblo de Dios no es aquel que nace de una nación o en una tierra prometida, sino de la voluntad de Dios, del creer en Cristo para salvación.


Yo creo, con tristeza y pesar, que los Dispensacionalistas no entienden la Carta a los Romanos. Porque Pablo en varias oportunidades escribe que no hay distinción entre judios y gentiles, tanto en lo referente a la salvación como en la condenación de ambos.

Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree; del judío primeramente y también del griego. (Romanos 1:16)
¿Entonces qué? ¿Somos nosotros mejores que ellos ? De ninguna manera; porque ya hemos denunciado que tanto judíos como griegos están todos bajo pecado; (Romanos 3:9)
No hay distinción entre nosotros y los judios delante de Dios. En realidad, él no hace acepción de personas, todos seremos juzgados según nuestra fe en Cristo, y no en el obervar la Ley o las obras.

Tampoco leyeron Efesios cuando establece que el muro entre los pueblos fue roto en la cruz, creando un solo pueblo.

Recordad, pues, que en otro tiempo vosotros los gentiles en la carne, llamados incircuncisión por la tal llamada circuncisión, hecha por manos en la carne, recordad que en ese tiempo estabais separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel, extraños a los pactos de la promesa, sin tener esperanza, y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros, que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido acercados por la sangre de Cristo. Porque El mismo es nuestra paz, quien de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne la enemistad, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un nuevo hombre, estableciendo así la paz, y para reconciliar con Dios a los dos en un cuerpo por medio de la cruz, habiendo dado muerte en ella a la enemistad. Y VINO Y ANUNCIO PAZ A VOSOTROS QUE ESTABAIS LEJOS, Y PAZ A LOS QUE ESTABAN CERCA; porque por medio de El los unos y los otros tenemos nuestra entrada al Padre en un mismo Espíritu. Así pues, ya no sois extraños ni extranjeros, sino que sois conciudadanos de los santos y sois de la familia de Dios, (Efésios 2:11-19)
Estábamos lejos, pero ahora somos un pueblo, una nación, lo que Pablo después va a llamar "el Israel de Dios". Es Cristo quien nos torna pueblo, es Jesús quien salva a todos (incluyendo a la nación de Israel).

¿Y las promesas de restauración de Israel en el Antguo Testamento? Ellas son condicionales a la Obediencia del pueblo. No existe un Pacto Incondicional en la Biblia, toda Alianza entre Dios y su pueblo es basado en una relación de Vasallaje: Dios recompensa según la respuesta a los términos de la Alianza: bendice si cumplen, y maldice si no cumplen con las ordenanzas. Lo que vemos hoy, y está escrito en Juan y en los escritos Paulinos, es que Israel desobedeció, y fue excluido del Pacto. De hecho, ese Antiguo Pacto murió, levantándose otro con "mejores promesas, sobre un mejor mediador", y esa Alianza vino con la muerte de Cristo en su muerte en la cruz, cuando nos unió.

Entonces, ¿Es Israel el pueblo de Dios?

Porque no es judío el que lo es exteriormente, ni la circuncisión es la externa, en la carne; sino que es judío el que lo es interiormente, y la circuncisión es la del corazón, por el Espíritu, no por la letra; la alabanza del cual no procede de los hombres, sino de Dios. (Romanos 2:28-29)

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