Navidad!

Para mí Navidad es alegria y nostalgia. La alegria de compartir junto con mi esposa e hijos el recuerdo de la Encarnación: el Nacimiento de Jesús. Pero no puedo dejar de pensar en nuestras familias: las que están en Venezuela, en los Estados Unidos, en México y Argentina; el hecho de no poder estar con ellos ahora, de abrazar a mis padres, de reir con mis sobrinos, de ver a mi hermano y cuñados me deja ese sabor agridulce a la hora de celebrar. 

Y eso me pone a pensar en las enorme cantidad de personas que hoy no tienen nada que celebrar: personas que perdieron todo lo importante para obtener riquezas, o de aquellos que fueron abandonados, rechazados, de los enfermos que no tienen con quién celebrar a no ser los médicos y enfermeros, los presos, y otros más.

Somos egoístas cuando enfatizamos la celebración familiar y nos olvidamos del prójimo. El viernes antes de Navidad fuimos un grupo de jóvenes y adultos al Hospital Universitario de esta ciudad para llevar esperanza y alegria a los niños y adultos hospitalizados. Como Iglesia tenemos que importarnos por el prójimo, saber que Dios envió Su Hijo en semejanza a nosotros para vivir en este mundo y mostrarnos el camino al Padre por medio de Su muerte. Dios dio lo más importante que tenia a nosotros, sus enemigos, aquellos que lo despreciamos desde el Edén. Jesús mismo se ofreció a venir por amor, mostrarnos lo que es amor en la práctica.

Esta Navidad debe ser un tiempo de pensar en el prójimo, como extranjero me siento honrado al saber que compartiré mi mesa con personas de este país y otro extranjero - un salvadoreño - y lo haremos no por lástima ni porque lo necesitemos para sentirnos completos y realizados. Lo haremos porque amamos a Dios y entendemos que al compartir nuestro pan con el prójimo podemos ejemplificar el acto de amor de Dios cuando envió Su Hijo. Sea un propagador del amor del Padre en este tiempo, permita que la dulce presencia del Espíritu de Dios le indique qué hacer: sea en un gesto de amor para un familiar, una llamada telefónica a aquel que no es su amigo, un e-mail para un amigo lejano, dar de comer a alguién, llevar un regalo al vigilante, visitar mañana el Hospital o la cárcel. Manifieste el amor de Dios al mundo.

Que la Luz de Dios, así como iluminó a los Magos para encontrarse con el Mesías, ilumine su vida para tener un encuentro vivo y real con Jesús.

Que Dios te bendiga, y Feliz Navidad.

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