Infelizmente en Venezuela eso se convierte en el privilegio de pocos, o sea, en aquellos que aman y opinan a favor del actual gobierno. Con una Nueva Ley toda información puede ser censurada por el Ciudadano Presidente de la República por el simple hecho de no sentirse cómodo con ello. Si la información es por internet la dirección IP puede ser rastreada, y el infeliz puede ir preso.
¿Y qué decimos de la libertad de desplazarnos? Hoy la GN - que deberia protegernos del tráfico de drogas, contrabando y otras fechorias - revisan los dólares que los viajeros llevan al extranjero para saber si son esos los que exactamente solicitaron ante los Organismos Oficiales de Adjudicación de Divisas (Cadivi, Sicad y un largo etc). Revisan las Tarjetas de Crédito y todo. Lo más triste fue el decomiso de la droga en Paris de un vuelo de Air France desde Caracas. ¿dónde estaban esos Militares?
El derecho de la vida es la paradoja de este gobierno: la Ley de Desarme no se cumple para el delincuente por el simple hecho que él no tiene su arma registrada (como si el venezolano fuera tan burro) lo que no resuelve el problema de la violencia. Aunado a ello el lenguaje soez y vulgar de nuestros mandatarios, poco se puede hacer para educar a la población. Se mata impunemente en las calles, mientras que los presos viven como reyes en las cárceles de nuestro país: verdaderas Universidades del crimen, hacinadas y sin control policial.
Ante todo este panorama, el Gobierno continua culpando a la oposición de cualquier cosa que suceda.
Claro, la oposición no es una santa, abusan de la inocencia del venezolano y se olvidan que si ese Gobierno está allí fue por todos esos años perdidos en la corrupción, las crisis y las intrigas de la época de la Guanabana venezolana. Nada es gratis en este mundo, menos el Gobierno que tenemos.
Sin embargo, ante este panorama desolador, surge la pregunta, ¿qué podemos hacer?
Sinceramente es poco lo que queda por rescatar, pero hay que comenzar por re-educar a la familia, volver a los valores enseñados en casa, restaurar aquello que nos hacia diferentes: educación, cortesia, respeto, consideración al anciano. De la misma forma renunciar a la maldita "viveza criolla" y el "cuánto hay pá eso": pagar la multa que nos corresponde, no usar gestores, declarar y pagar los impuestos correctamente, ser limpios en las calles, ayudar a los demás y dejar de pensar en el enriquecimiento rápido y sí en el bien colectivo.
Podemos aprender de las sociedades que sufrieron desastres económicos y políticos y que hoy son referencias económicas en el mundo (Alemania es una de ellas, o Noruega que es un país petrolero como el nuestro), que pusieron el bien colectivo por encima del personal, y lucharon por la igualdad.
No podemos pensar en desarrollo si nos hacemos omisos al prójimo, los verdaderos Derechos Humanos son amar al prójimo como a nosotros mismos, que viene de amar a Dios sobre todas las cosas (palabras de Jesús).
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