Objetos perdidos

Seguramente ya vimos en varios lugares la sección de Objetos Perdidos, y algunas personas se acercan para buscar aquellas cosas que dejaron olvidadas, y que tienen suficiente valor como para recuperarlas.
En los Campamentos es común observar eso: al final del día se hace una lista de todo lo recuperado, y se lee para que todos reciban sus pertenencias.
Tambien la policia tiene su lista de carros recuperados: junto con la denuncia y el titulo de propiedad (entre otras cosas dependiendo de la legislación vigente) la persona recibe su carro que habia sido robado.
Sea porque se extravió, o por robo, siempre es maravilloso recuperar lo perdido.
Jesús cuenta tres historias con un mismo asunto a tratar. Usa tres figuras y circunstancias diferentes para enseñarnos la misma cosa: una moneda perdida, una oveja extraviada y un hijo rebelde. Hay tres personajes que se importan: la dueña de la moneda, el pastor y el padre. Y tres acciones: barrer, buscar, esperar pacientemente.
Y nos refleja una parte del corazón de Dios, y que desea transmitirlo a nosotros: no debemos desistir del perdido.
Claro que eran objetos y bienes de valor: una moneda, una oveja y un hijo. Y por eso no se rindieron, al contrario perseveraron en esforzarse hasta que el esfuerzo valiera la pena.
Y así fue.
El resultado en los tres es el mismo: fiesta y celebración, regozijo porque lo perdido fue recuperado. La felicidad que resulta de ter todo como debe ser, del deber cumplido, de restaurar la familia. Esa es la felicidad de Dios: pecadores convertidos, vidas transformadas, corazones restaurados por Dios.
Eso debe consumir nuestra vida como un fuego quema la paja seca, debemos entregarnos por amor a nuestro projimo hasta llegar al punto que él vea y reconozca el amor de Dios.
Seamos persistentes y persuasivos, que todos los que están perdidos regresen a casa: a la casa de nuestro gran Padre y Dios.
Que Dios nos ayude.

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