Ver a Dios cara a cara

Génesis 32:30  Y Jacob le puso a aquel lugar el nombre de Peniel, porque dijo: He visto a Dios cara a cara, y ha sido preservada mi vida.
La historia de Jacob es bien interesante: nació en medio de un hogar donde por 20 años sus padres estaban orando para tener un hijo, y resultó que su madre quedó embarazada de gemelos. Al momento de nacer Jacob estaba trabando el talón de su hermano y fue interpretado como el deseo de ese bebé de querer salir primero; resultado: fue llamado de "tramposo" (el nombre Jacob y la palabra hebrea para tramposo tienen un sonido semejante).
Durante su infancia fue el favorito de su madre mientras que su hermano lo era de su papá; sin embargo cuando su padre envejeció tuvo problemas de vista al punto de quedar prácticamente ciego. A la hora de concederle la bendición al primogénito (costumbre propia de las culturas del Medio Oriente) la madre de Jacob arma una trampa para que sea él quien reciba la bendición y no su hermano Esaú. En el logro de la misión se gana la enemistad de su hermano y huye para no morir.
En la huida, nuestro personaje tuvo su primer encuentro con Dios. En el Libro de Génesis tenemos lo siguiente:
Y llegó a cierto lugar y pasó la noche allí, porque el sol se había puesto; tomó una de las piedras del lugar, la puso de cabecera y se acostó en aquel lugar. Y tuvo un sueño, y he aquí, había una escalera apoyada en la tierra cuyo extremo superior alcanzaba hasta el cielo; y he aquí, los ángeles de Dios subían y bajaban por ella. (Génesis 28:11-12)
Ciertamente para un hombre que recién habia sustraido el derecho de la primogenitura a su hermano ver semejante experiencia no deberia haberle traido ningún sentimiento de alegria, al contrario
Despertó Jacob de su sueño y dijo: Ciertamente el SEÑOR está en este lugar y yo no lo sabía. Y tuvo miedo y dijo: ¡Cuán imponente es este lugar! Esto no es más que la casa de Dios, y esta es la puerta del cielo. (Génesis 28:16-17)
Sin embargo el miedo no generó un cambio radical en la vida de este hombre.
Cuando comienza a formar su familia las trampas, las complicidades y las intrigas se reparten entre él y su suegro, un hombre con los mismos escrúpulos que nuestro amigo, y en las redes de esta relación Jacob llegó a tener 2 esposas, 2 concubinas, 12 hijos y una hija, además de sustraer una cantidad importante de ganado a su suegro a expensas de trabajar más de 20 años en condiciones deplorables y de explotación.
Cansado de esa vida miserable Jacob decide regresar a su casa y rehacer su vida en la tranquilidad del hogar. Sin embargo, ¿de qué tranquilidad pudiera pensar si el problema con su hermano no habia sido resuelto? 400 hombres estaban junto con Esaú para encontrarse con Jacob.
Y en la cabeza de Jacob estaba la idea de que ese número de personas no era para recibirlo amorosamente, al contrario, dividió todas sus pertenencias y familias por partes para dar tiempo a una salida rápida y con el menor número de perdidas humanas.
Pero Jacob necesitaba algo más: cambiar su vida, y recurrió a la oración.
Y dijo Jacob: Oh Dios de mi padre Abraham y Dios de mi padre Isaac, oh SEÑOR, que me dijiste: "Vuelve a tu tierra y a tus familiares, y yo te haré prosperar", indigno soy de toda misericordia y de toda la fidelidad que has mostrado a tu siervo; pues con sólo mi cayado crucé este Jordán, y ahora he llegado a tener dos campamentos. Líbrame, te ruego, de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque yo le tengo miedo, no sea que venga y me hiera a mí y a las madres con los hijos. Y tú dijiste: "De cierto te haré prosperar, y haré tu descendencia como la arena del mar que no se puede contar por su gran cantidad." Y pasó la noche allí. (Génesis 32:9-13)
Y después que todo el mundo pasó el arroyo, el texto dice algo importante:
Jacob se quedó solo (Gen 32:24)
 ¿Conoces lo maravilloso que es la soledad? ¿Has aprendido a valorarla? Nos gusta el bullicio y la compañía, odiamos estar solos y los momentos de aislamientos. Por eso evitamos las colas y los momentos tediosos de la vida - no queremos lidiar con nosotros mismos o con Dios.
Mas, desde el punto de vista de Jacob, la soledad lo transformó.
En esa soledad, cuando nadie estaba cerca de él, donde nadie le iba a decir ni a impedir nada, sucedió lo que Jacob realmente requeria - un encuentro con Dios, ¡Y vaya qué encuentro!
Lucho contra un hombre hasta que salió el sol, y en medio de la pelea, el personaje desconocido le preguntó
Entonces el hombre dijo: Suéltame porque raya el alba. Pero Jacob respondió: No te soltaré si no me bendices. Y él le dijo: ¿Cómo te llamas? Y él respondió: Jacob. Y el hombre dijo: Ya no será tu nombre Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has prevalecido. Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Dame a conocer ahora tu nombre. Pero él respondió: ¿Para qué preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. (Génesis 32:26-29)
Ciertamente Jacob entendia que este personaje no era un hombre común. Básicamente porque le pide una bendición. Y lo que consigue es un cambio de nombre.
Ahora, en el tiempo de los patriarcas el nombre era la definición de la persona. Un nombre era el reflejo de la cualidad más resaltante vista por esa persona, o el hecho más resaltante desde la concepción hasta el nacimiento. Un cambio de nombre era un verdadero parte-aguas en la vida de aquella persona que hacia eso, y debia ser hecho por otro con una autoridad más elevada como garantia de cambio. Con Jacob pasó eso: dejó de ser un suplantador, un pillo, para ser un hombre de Dios, alguien que tiene ideales más elevados, que comienza a colocar a Dios en primer lugar.
El cambio no trajo la transformación en la vida de Jacob, fue la consecuencia de eso. El cambio vino porque tuvo un encuentro con el Dios vivo.
La conclusión de Jacob define eso
Y Jacob le puso a aquel lugar el nombre de Peniel, porque dijo: He visto a Dios cara a cara, y ha sido preservada mi vida. (Génesis 32:30)
Ahora, no es que Jacob vio la faz del Señor porque nadie puede ver el rostro de Dios y vivir (Éxodo 33.20), es en el mismo sentido de Job
He sabido de ti sólo de oídas, pero ahora mis ojos te ven. Por eso me retracto, y me arrepiento en polvo y ceniza. (Job 42:5-6)
 Oseas 12.4 remite la acción de esta lucha a un ángel, y como todo ángel es un emisario divino llamado a auxiliar a los hijos de Dios (Hebreos 1.14) entendemos que sus palabras provenian de la boca de Dios. Por eso aunque Jacob "vio" a un ángel, su encuentro fue con el Dios que le hablaba y que creó en él una transformación perenne y completa.
Todos necesitamos de un encuentro con Dios, un instante de nuestras vidas donde la rutina debe parar y hacer lo más importante - buscar el Reino de Dios y su Justicia. Conocerle, amarle, saber más de Él. En ese andar vamos a ser transformados, confrontados, llevados al arrepentimiento, a clamar por más perdón y gracia divina; y Dios va no solamente a consolarnos, nos dará una visión, un deseo de conocerle más y que otros lo conozcan.
Y lo maravillosos es que esta experiencia debe ser repetida vez tras vez, porque ese debe ser nuestro culto racional de Romanos 12.1,2.
Así que, ¡vamos al encuentro de nuestro Dios!.
Dios te bendiga

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