Sobre las profecias de nuestro tiempo...

Este es el primer post que escribo desde Brasil, así que me llena de felcidad decir que hasta aquí nos ayudó el Señor.
Una de las cosas en las que me he puesto a pensar en estos días es sobre el ministerio profético en el Antiguo Testamento, la primera persona de la cual se dice que es profeta es a Abraham, lo interesante es que es Dios mismo quien le da ese título y sin embargo no vemos una profecía dada por él a nadie. De hecho, la referencia es para que ore por Abimelec para que las mujeres recuperen la capacidad de procrear (Génesis 20).
Luego hay pocos profetas durante el período patriarcal, el clan se mantenía en comunión con Dios por medio de sacrificios y Dios se comunicaba por medio de sueños, visiones o por una encarnación de Dios mismo para tener una conversación con la persona en cuestión.
Moisés fue el portavoz de Dios al pueblo de Israel, el pueblo fue libre de la mano de Faraón y recibió la Ley por intermedio de él, y les dio instrucciones y ordenanzas que venían directamente de la boca de Dios. Incluso dio instrucciones para poder discernir un profeta verdadero de uno falso.
Durante el período de Josué y los Jueces no hay mucha actividad profética, de hecho Débora resalta como profetisa y uno que otro que aparece revelando la Palabra de Dios a un pueblo que sufría decadencia espiritual severa.
El ministério profético adquiere gran relevancia durante el período de los reyes, tanto en el reino unificado de Saúl, David y Salomón, como en los reinos del Norte y del Sur respectivamente.
En ese período de tiempo surgen los nombres de Samuel, Elías, Eliseo, Isaías, Jeremías, Jonás, Miqueas, y muchos otros que mostraron la Palabra y la Voluntad de Dios.
Por otro lado, es bueno resaltar la condición espiritual del pueblo de Israel en ese período específico de tiempo.
Después que el pueblo de Israel entró en la tierra prometida, vivieron un período de decadencia espiritual: un vaivén espiritual en su búsqueda de Dios - un período donde todos creían, y luego otro de engaño y apostasía (Jueces 2.10-23) y así sucesivamente. Como el corazón de ellos se apartó del Señor que los salvó e introdujo en la Tierra, dejaron la Ley y se olvidaron de los mandamientos de Dios. Entonces, para recordar al pueblo su condición y llevarlos de regreso al camino de la vida, Dios levanta a los profetas.
Un profeta - contrario a lo que se puede pensar - no decía nada nuevo, o sea, no acrecentaba nada a lo que estaba escrito en la Ley. La gran mayoría de las profecias consiste en un llamado a regresar a Dios, cumplir la Ley y no explotar al prójimo. Claro que hay los llamados oráculos - acontecimientos futuros - mas no representan todo el mensaje profético. El deseo del profeta es que los corazones de los hombres se encuentren con Dios, cumplan la Ley y no opriman al prójimo.
Más o menos fue lo mismo que hizo Juan el Bautista: acusó el pecado del pueblo, llamó al arrepentimiento y proclamó que el Mesías vendría - algo que estaba dicho desde el Jardín del Edén por Dios mismo y repetido a lo largo de la historia del AT.
Con eso en mente podemos pensar en un ministerio profético en nuestros días.
Muchas personas desean que Dios les hable por medios sobrenaturales: sueños, visiones, revelaciones, profecía, voz audible; y no se dan cuenta que si eso llegara a pasar es porque el corazón de ellos está lejos de Dios.
La Bíblia establece cuál es la Palabra profética más segura: es ella misma (2 Pedro 1.19-21; 2 Timoteo 3.16) y hacemos bien si nos acercamos a ella para oír la voz de Dios. Si necesitamos de una profecia para oir a Dios es porque estamos lejos de Él: Dios usa a los profetas en tiempos de decadencia, no de avivamiento. Vea cuántas profecias hubo en el Libro de los Hechos, Agabo confirmó lo que estaba en el corazón de Pablo, y otros consolaron a los oyentes que estaban atravesando una situación dificil.
Entiendo que no niego que Dios pueda hablar porque estaría limitando la multiforme gracia de Dios, sin embargo creo que Dios usa canales diferentes cuando el pueblo deja de oír su voz de la forma que Él estableció.
La próxima que querramos escuchar la voz de Dios, o que estemos ansiosos por dirección de Él, miremos la Biblia que debemos tener en nuestra casa, tómela, obsérvela, mírela fijamente. Ahora abrala, y vea cuántos libros tiene para leer. No sea místico y comience a leerla, para hacerlo fácil comience por el Nuevo Testamento para que vea la vida de Jesús y sus enseñanzas. Los discípulos del primer siglo no tenían este tesoro como lo tenemos nosotros.
Siga los caminos del Señor, y no crea que Dios atiende caprichos, si cree eso mire el caso de David cuando intentó trasladar el arca como a él le parecía (no le doy la referencia para que la busque).
Que Dios te bendiga, y que tengas un feliz día.

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