Luchar sin causa

¿Ya escuchó la frase "rebelde sin causa"? Pues bien, conocemos muchas personas que se enmarcan en esa expresión: son aquellos que hacen de cualquier bandera su motivo de lucha y pasión, gastan tiempo, energía, recursos y sacrifican cualquier cosa con tal de alcanzar un ideal tan alto y utópico, que si se detuvieron por un momento se darían cuenta que llegarán al final del camino y no habrá pasado nada.
También están aquellos que aparentemente luchan por ideales altos e inalcanzables, y resultan que son los más bellos y dignos de seguir.
De los primeros estamos hastiados y llenos de ejemplos... de los segundos nos sobran los dedos de las manos cuando los enumeramos.
Podemos marcar una gran diferencia en nuestra generación, una diferencia verdadera, una marca indeleble, podemos ser aquellos que marcamos un antes y un después... siendo del primer ejemplo o del segundo.
Los discípulos de Jesús fueron catalogados de "iletrados", "rebeldes", "ignorantes", "del vulgo", y nada de eso les impidió llevar el mensaje transformador del evangelio hasta los confines del mundo conocido en menos de 200 años. No se detuvieron en menudencias, ni en responder a todos los que le acusaban, no perdieron el tiempo en discusiones absurdas ni en justificar a cada rato el origen de su ministerio, llamado o vocación. Lo importante para ellos era compartir de "Cristo, y a éste crucificado".
No tenemos que ser unos "rebeldes sin causa", el cristianismo bíblico es una contracultura en nuestros tiempos, pero tiene una razón valedera, una causa por la que vale la pena luchar: el evangelio de Cristo, y el deseo de llevarlo hasta los confines de la tierra, haciendo discípulos en toda étnia, cualquiera que sea.
Que las personas cuando nos vean, que no sea nuestra formación académica, logros personales, éxitos o posición social lo que nos defina, que las personas digan como dijeron los líderes judíos de los discípulos:
"Y se dieron cuenta que habían andado con Jesús"
Que Dios te bendiga

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